Hay un golpe en mi pared.
Viene de mi nuevo vecino.
Ahora, no soy una mojigata.
Pero ese golpeteo es más de lo que puedo soportar.
Cuando me vuelve tan loca que voy a enfrentarlo, descubro que ese golpeteo no es el tipo de golpeteo que pensé que era. ¿No me siento tonta?
Como siempre, este libro de Megan Wade viene con su “Promesa de azúcar”. Alto calor, bajo drama, garantizado.