Hace un año, enterré a mi marido.
Hace un año, sostuve su mano y le dije adiós.
Ahora paso la mayor parte de mis días perdida en algún lugar entre tratar de recordar cada mínimo detalle de nuestras vidas, y tratar de olvidarlo todo. Lleno mis horas de trabajo hasta que estoy demasiado agotada para recordarlo, para sentir algo.
Un año, 365 días... y entonces una llamada a mi puerta lo cambia todo. Una carta suya, una última petición, un testamento secreto:
Mi querida Nadia,
Confía en mí, mi amor. Una última vez, confía en mí. A veces el epílogo de una historia es el comienzo de otra.